Cuando vas por el mal camino - Texto de la lección
Las personas arruinan sus vidas cuando ceden a la tentación de ir por mal camino en lugar de obedecer a Dios. Siendo que Dios hizo una creación buena, incluyendo a la gente, ¿cómo llegó todo a quedar tan arruinado? Dios trino creó el mundo para que viva feliz para siempre en una perfecta relación de amor con él. Desafortunadamente, la gente ha cedido a la tentación de seguir un camino diferente del que Dios les señaló. Como resultado de su desobediencia arruinaron sus vidas.
Llegando a la iglesia el domingo, Pedro le preguntó a su amigo Juan cómo le iba. Juan, lanzando un suspiro, le contestó:
—Todo marcharía mejor si las vacas no se perdieran.
—¿Y cómo es que una vaca se puede perder?— le preguntó el amigo.
—Pues es muy sencillo—, contestó Juan. — La vaca empieza a mordisquear la hierba en el potrero. Cuando se le acaba, levanta la vista y ve más hierba un poco más allá. Allá se dirige y sigue comiendo. Luego avanza otro poco, y sin darse cuenta, se sale del potrero en que estaba, y así, comiendo y comiendo, se encuentra sin saber cómo regresar a su corral.
Las vidas de las personas se arruinan de igual manera. Nadie se propone a propósito encontrarse perdido. Sencillamente vamos de una desobediencia a otra, sin darnos cuenta de cuánto nos hemos alejados de Dios. Cuando nos damos cuenta, hemos arruinado nuestras vidas.
El problema de la existencia del mal en un mundo creado por un Dios santo ha sido todo un desafío para las mentes y corazones de filósofos y teólogos a través de las edades. Si Dios es todopoderoso y todo justo, ¿por qué permite pecado, sufrimiento y muerte en Su creación? ¿Cómo fue posible que el mal entrara en el mundo? Estas preguntas no tienen respuestas fáciles.
Los diarios de nuestras ciudades nos recuerdan constantemente del mal que existe a nuestro derredor. Pero no tenemos que leer los diarios. El chisme que corre por la vecindad es que la señora Morán y el señor Delgado están enredados en amoríos, y que la hija de la familia Rubio se fue de casa. Más de cerca, usted descubre que el mecánico hizo un trabajo innecesario en su automóvil costándole más de cien dólares.
El ser humano siempre ha tratado de explicar la presencia universal del mal. Algunas personas mal dirigidas culpan a Dios. Otros echan la responsabilidad en la herencia o el ambiente. La mayoría— cuando el dedo les apunta a ellos—tratan de echarles la culpa a otras personas.
La explicación verdadera, la raíz de todo, se encuentra en Génesis 3, junto con una promesa para resolver el problema. Desobedecer a Dios nos aleja de lo que Dios ha dicho, nos aleja del propósito de Dios, nos aleja de la presencia de Dios y nos aleja de la responsabilidad dada por Dios.
Nos aleja de lo que Dios ha dicho (Génesis 3:1-5)
Cuando nuestras vidas van por mal camino, nos alejamos de lo que Dios ha dicho. Este alejamiento por lo general no ocurre de la noche a la mañana, ni de zopetón. Generalmente es algo paulatino, poco a poco; es un proceso. El diablo no arroja todas sus armas a la misma vez. Podemos notar en la manera en que Eva cedió a la tentación.
La serpiente no le dijo a Eva que le iba a arruinar la vida. Lo que hizo fue entablar conversación con ella, despertando así su interés. “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?" (Génesis 3:1, RV60).
La tentación en muchos casos viene a través de un contacto personal. Cuántas personas ignoran este hecho importante. La astucia de la serpiente se deja ver claramente en la manera como se acerca a la mujer para plantearle el punto de interés.
Luego la serpiente levantó en Eva la duda respecto a la integridad de Dios al hacer la pregunta: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?" (Gn. 3:1). Esto suena más una burla que a pregunta. Por una parte, es una tergiversación de lo que Dios había dicho. Dios les había dicho: “De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás" (Gn. 2:16-17). Por otra parte, Satanás sugiere que Dios está siendo egoísta al prohibirles tomar de los frutos del huerto.
Luego, Satanás contradice directamente lo que Dios había dicho. “Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis. Pues Dios sabe que el día que de él coman, se les abrirán los ojos y ustedes serán como Dios, conociendo el bien y el mal." (Gn, 3:4-5).
En cuarto lugar, Satanás cuestiona la credibilidad de Dios. Le dice a Eva: No puede ser cierto. A lo mejor entendiste mal lo que Dios dijo. De seguro que no fue eso lo que Dios quiso decir, porque él sabe que si ustedes comen de ese fruto, se les abrirán los ojos, y serán como él, sabiendo el bien y el mal. Satanás les miente al decirles que serán como Dios, porque Adán y Eva ya eran como Dios, puesto que fueron creados a su imagen y semejanza.
La estrategia de Satanás no ha cambiado. Incluso en nuestros días continúa entablando conversación con nosotros, como si nada, despertando nuestro interés, y cuestionando la palabra de Dios. “¿Conque Dios te ha dicho que esto está mal? Bueno, eso no te va a lastimar. Sigue adelante; amplía tu experiencia, sábelo por ti mismo." Así, provocados por el tentador, empezamos a poner en tela de duda lo que Dios ha dicho.
El diablo nunca nos dirá que lo que se propone es arruinar nuestras vidas. Lo que hará es seducirnos para que poco a poco dejemos de obedecer lo que Dios ha dicho.
Nos aleja del propósito de Dios (Génesis 3:6-7)
Eva le hizo caso a Satanás, y dejó a un lado lo que Dios había dicho. Creyó la mentira de Satanás, en lugar de la verdad de Dios. Había visto el fruto muchas veces antes, pero ahora lo ve desde una perspectiva diferente. “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella" (Gn. 3:6).
No solo que ella comió de la fruta prohibida, sino que también le dio de comer a su esposo. La verdad es que el pecado es social y contagioso. Un pecador incita el pecado en otro. Se dice que la miseria ama compañía. El pecado siempre ama compañía y se esfuerza por persuadir a otros a seguir el mismo camino.
Dios les había dado a Adán y Eva el poder de escoger. En ejercicio de ese derecho ellos escogieron dejar a un lado lo que Dios había dicho, y seguir lo que les parecía mejor. Así se alejaron del propósito de Dios. Fue una decisión trágica. Pecaron, y la ruina resultó. El ser humano ha seguido el camino de su voluntad propia desde entonces.
Sin embargo, lo que Dios les había dicho era claro. Después de que ellos comieron del fruto, “fueron abiertos los ojos de ambos" (Gn. 3:7). Ni ellos, ni ningún pecador jamás escapa las consecuencias del pecado ante Dios.
Consideremos las consecuencias de la desobediencia de nuestros primeros padres.
En primer lugar, “conocieron que estaban desnudos" (Gn. 3:7). La primera consecuencia fue en la manera en que se veían a sí mismos. A decir verdad, habían estado desnudos antes. “Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban" (Gn. 2:25). Gozaban de perfecta intimidad. Pero después de desobedecer y comer el fruto se dieron cuenta de que algo andaba mal. El texto no nos dice de qué manera se percataron de que estaban desnudos. Lo que se nos dice es que de alguna manera reconocieron que su desobediencia los había alejado del propósito de Dios.
En segundo lugar, buscaron cubierta sustituta. “Entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales" (Gn. 3:7). Se hicieron taparrabos de hojas de higuera. De alguna manera sintieron un sentido de vergüenza, de culpabilidad ante Dios, y pensaron que deberían tratar de cubrirse.
Lo curioso es que no solo Adán y Eva se vieron desnudos ante Dios y trataron de cubrirse con taparrabos de higueras. Incluso en la actualidad el ser humano sigue sintiéndose desnudo delante de Dios, y sigue tratando de hacer taparrabos de higueras. La única diferencia es que ahora las higueras moderas se llaman religión, buenas obras, penitencias ofrendas, oraciones, e incluso dólares o pesos. No son pocas las religiones que animan a sus adherentes a “vestirse" a sí mismos, haciendo buenas obras y penitencias para conseguir el perdón de pecados y la aceptación ante Dios.
Nos aleja de la presencia de Dios (Génesis 3:8-10)
Otra de las terribles consecuencias de andar por mal camino es que nos aleja de la presencia de Dios. Antes de la desobediencia, Adán y Eva disfrutaban de plena comunión y compañerismo con Dios. Ahora, en lugar de esperar y disfrutar del compañerismo divino, la pareja optó por esconderse. “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto" (Génesis 3:10). Muchos siglos más tarde Jeremías diría: “¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?" (Jeremías 23:24).
De nada les sirvió. Ni los delantales, ni los árboles del huerto lograron esconderlos de la presencia de Dios. “Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?" (Gn. 3:10).
La pregunta de Dios a Adán y Eva se refiere a mucho más que un lugar físico determinado. No se trata de que Dios ignoraba en qué rincón del huerto estaba Adán. La pregunta no busca información que Dios desconoce. Dios lo sabía, pero ¿lo sabía Adán?
El hombre responde: “Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí" (Gn. 3:10). La desobediencia los había alejado de la palabra de Dios, del propósito de Dios, y ahora los aleja de la presencia de Dios. Pero Dios lo sabe todo, absolutamente todo. Él la conoce aun antes de que nosotros pensemos en qué respuesta vamos a dar. Cuando Dios nos hace alguna pregunta es para nuestro beneficio, no el suyo.
No obstante, cabe notar cómo Dios los busca. Dios toma la iniciativa para buscar a los que se han alejado de Él. Siempre la ha tomado. Jesús dijo que vino a buscar y a salvar lo que se había perdido (véase Lucas 19:10).
Otra consecuencia de su pecado fue el temor que se despertó en sus vidas. Adán admitió que tuvo miedo de Dios, y por eso se escondió.
Nos aleja de la responsabilidad dada por Dios (Génesis3:11-13)
Las respuestas que dieron Adán y Eva muestran que la desobediencia también nos aleja de la responsabilidad dada por Dios. En lugar de reconocer su falta, su desobediencia, su decisión equivocada, Adán trató de echarle la culpa a Eva, e indirecta- mente a Dios mismo. “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí" (Gn. 3:12). En otras palabras: “Yo soy inocente. Eva tiene la culpa. Ella me dio de comer. Además, si Tú no me la hubieras dado por compañera, yo no hubiera comido."
Igualmente Eva: “Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí" (Gn. 3: 13). “Yo no tuve la culpa. La serpiente tiene la culpa. Yo soy inocente."
La respuesta de Dios fue contundente y decisiva. Las consecuencias de su desobediencia fueron severas sobre Adán y Eva, al igual que sobre todos sus descendientes, y también sobre la serpiente. Las disculpas no son válidas para eximirnos de la responsabilidad de nuestras acciones.
Todo esto nos indica que la naturaleza humana no cambia: el ser humano aún trata de excusarse echándole la culpa a otra persona.
El Huerto del Edén
La palabra hebrea “edén” quiere decir deleite, o delicioso. Esto confirma la noción de que el huerto del Edén era un paraíso en todo el sentido de la palabra.
No se sabe la ubicación geográfica del huerto del Edén. Lo que la Biblia nos dice es que se hallaba “al oriente (Génesis 2:8), lo cual, desde el punto de vista de Palestina, podría ser cualquier lugar al oriente de dicho país. La Biblia también nos da los nombres de cuatro ríos que regaban el huerto. De estos cuatro ríos, solo el Tigris y el Éufrates pueden ser identificados a ciencia cierta. No se tiene ninguna información sobre los otros dos ríos, Pisón y Gihón.
Preguntas
1. ¿Piensas que ahora que tenemos la Biblia impresa, Satanás ya nunca puede hacernos dudar de la Palabra de Dios? ¿Podrías dar algunos ejemplos que ilustren tu respuesta?
2. ¿Piensas que con nuestros adelantos modernos, las consecuencias de andar por mal camino ya no son tan graves como lo fueron para Adán y Eva? ¿Por qué?
3. ¿Piensas que el ser humano moderno ha comprendido bien que de nada sirve hacerse taparrabos y ya no intenta hacerlos? Explica tu respuesta.
4. A tu modo de pensar, ¿puede la voz de Dios causar miedo en una persona?
5. Satanás usó también la palabra de Dios, tergiversándola para sus propósitos malignos. ¿Piensas que es posible en nuestros días que alguien use la Palabra de Dios con propósitos malévolos? ¿Podrías dar algunos ejemplos? ¿Qué lecciones podríamos aprender de esto?